Olga Mariela Januszewski
Contadora Pública especializada en Riesgo Crediticio
con Certificación CAME - FECOBA
Forma parte desde 2020 de la Comisión del CEAT UBA de Responsabilidad Social.
A seguro lo internaron con COVID-19!
... Despúes de olvidarse de él y mantenerlo alejado. Como si la historia de la
humanidad no hubiese transcurrido entre pandemias: Desde la edad antigua hay
registros de brotes que afectaron a gran parte de la población de un país o a muchas
regiones al mismo tiempo. Los virus no perdonan ni tampoco discriminan al ser
humano; poseen ese extraño y perturbador talento para atacar con su letalidad a
cualquier ser humano que se le cruce; no le interesa edad; posición social ni jerarquía:
de hecho; hay indicios de que el emperador Lucio Vero; que gobernaba en conjunto
con su hermano adoptivo Marco Aurelio, murió en el año 169 víctima de la llamada
peste anorina ( denominada de esta forma por el nombre de la dinastía reinante en
Roma en ese momento). Esta infección se desató en el Imperio Romano tras el
regreso de tropas que habian combatido en Medio Oriente. Se cree que la enfermedad
puede haber sido viruela o sarampión; pero no hay consenso entre los historiadores.
Las estimaciones actuales ascienden a cinco millones de muertos, lo que la convierte
en la séptima pandemia más letal de la historia; después de la peste negra ( 1347-
1351); viruela (1520); gripe española (1918-1919); plaga justiniana ( 541-542);
VIH/SIDA (1981-actualidad); la tercera peste (1855).
Y asi podría continuar con una larga lista de pandemias que afectaron a la historia de
la humanidad y sus consecuentes víctimas. Y es un hecho fáctico y sanitario además
de biológico; que el ser humano desde que habita el planeta tierra; se encuentra y
estará expuesto a cualquier tipo de enfermedad, más aún de todo tipo y clase de virus
que se cruce en su camino. Desde el punto de vista científico este mensaje es claro y
ya se nos advirtió que el Covid 19 no será la última pandemia ni mucho menos.
Pero desde el punto de vista económico, las consecuencias no han sido mejores.
Tomemos por caso la peste negra: esta epidemia supuso cambios profundos en la
economía y un grave retroceso, el descalabro de población tardó en recuperarse cien
años aproximadamente. Desapareció el comercio; cayeron ciudades, la gente se fue al
campo, murieron reyes, afectó a todos los estratos sociales.
a corto plazo, las consecuencias económicas más relevantes de la también llamada
peste bubónica, originada en el desierto de Gobi; se pueden resumir en que los
campos quedaron sin trabajar y las cosechas se pudrieron. De ello se derivó una
escasez de productos agrícolas; acaparados únicamente por aquellos que podían
pagarlos. Los precios subieron, por lo que crecieron las penalidades y el sufrimiento
de los menos pudientes.
Así; con cada peste que sobrevino a la humanidad, las calamidades económicas no
tardaron en llegar y hacerse notar indefectiblemente y con ella los cambios sociales:
los poderosos aumentaron su poder y su riqueza y el pueblo quedó mas empobrecido
y perdió algunos derechos de las generaciones anteriores; además del hecho de que al
caer la oferta de trabajo los salarios aumentaron y se ha visto que las mujeres
encontraron muchas más oportunidades laborales en los gremios que hasta entonces
las habían vetado.
Ante semejante panorama seria ingenuo pensar y de hecho ya comenzamos a
observar, los cambios y consecuencias que dejará la actual pandemia del COVID-19.
Tal testigos presenciales de dudoso privilegio tenemos ante nosotros un cambio de era
con todo lo bueno y malo que eso conlleva: el trabajo en el rubro servicios es cada
vez menos presencial para convertirse en teletrabajo; oficinas que quedaran
deshabitadas ubicando al sector de real state ante una nueva perspectiva; gobiernos y
Bancos Centrales ante la disyuntiva de emitir más dinero para socavar las
consecuencias de la crísis económica sin generar una espiral inflacionaria
descontrolada; el comercio se redefine a través del comercio electrónico; el avance de
la ciencia y la tecnología en un año lo que tardaria normalmente en diez; incluso las
relaciones humanas pasaron al plano de la virtualidad ( cuántos cumpleaños se han
celebrado éste año por Zoom?). Así y todo aún los cambios estan por verse con la
pandemia en pleno proceso y no es de extrañar que las consecuencias sean aun mas
profundas y extensas. Tal si fuese un incendio o una inundación y regresaramos a
nuestros hogares luego de la catástrofe, las consecuencias se verán al final de la
tragedia.
Las señales eran claras y evidentes, las pandemia acompañaron y lo seguiran
haciendo a lo largo de nuestras vidas. Por lo menos desde el plano científico esto es
más que claro y harto sabido. Pero desde el plano económico y financiero; por qué
nos encontramos con un sesgo positivo; casi soberbio en pensar que estos hechos no
volverian a azotarnos con sus consecuencias en un plano material?
Desde que comenzó la pandemia hemos visto como la Bolsa subia o bajaba al
compás de las noticias ante el terrible agravamiento de la situación hasta la esperanza
de una vacuna que nos devolviese a la vida normal. En el plano de la economía real o
productiva las consecuencias son más mediatas y palpables; con negocios y empresas
cerradas al borde de la quiebra y los consecuentes despidos. Y así podriamos contar
las penas y hacerlas extensivas a todo el mundo, porque contrariamente a lo que se
planteo al comienzo de esta pesadilla, no hay sociedad ni país en el mundo que
lograra controlar exitosamente esta pesadilla.
Pero eran inevitable estas calamidades económicas plenamente inevitables?
Pués en general probablemente no habría forma mejor para frenar la escalada de esta
pandemia, lo que si había eran herramientas concretas disponibles que no se utilizaron
y que oportumente habrian ayudado a mimimizar en parte la situación.
Un ejemplo concreto de ello es el seguro contra pandemia. Cuantas personas o
empresas sabían de ella y la emplearon?
Hasta lo que sabemos; sólo uno: Wimbledon; que a diferencia de otros torneos tenia
un seguro contra las pandemias, a cambio de pagar 1.643.200 euros; por el que ha
podido reembolsar la cantidad de 114 millones de euros, un mal menor para la
economía del tenis británico.
El seguro que no podrá utilizarse en 2021, no cubre todo el dinero que genera el
torneo para el barrio y que asciende a unos 109 millones de euros anuales. Muchos
vecinos alquilan sus casas a la familia del tenis; desde jugadores; pasando por agentes
hasta periodistas. Y con ese ingreso extra pagan sus vacaciones y algo más.
Wimbledon es el único torneo que tiene firmado un acuerdo con el que el vecindario
donde se encuentra la instalación por el que no puede haber tenis más allá de las 23
horas. Rafael Nadal fue victima de esa norma en la semifinal de 2018 contra Novak
Djokovic y que se suspendió al llegar esa franja horaria.
Cuántas otras disciplinas habrían evitado las exorbitantes pérdidas de haber
contratado éste seguro? En un plano costo beneficio; las ganancias serian nulas pero
las pérdidas sin dudas serían mucho menores. Es que acaso fallaron los asesores
financieros o creyeron que era un costo totalmente inncesario?
Recordemos que el principal evento deportivo mundial; los Juegos Olímpicos y
Paralímpicos Tokio 2020; pasaron a la historia como los primeros en posponerse
después de la II guerra mundial; por acuerdo entre los Comités Organizador Local y
quedaron agendados para 2021.
Otros certámenes que no pudieron retomarse fueron el mundial sub 20 femenino de
Fútbol como la competencias motociclísticas de estilo libre que son de culto y de esta
manera podemos hacerlo extensivo a las suspensiones que sufrieron el fútbol; la
fórmula uno y el deporte en general.
Este mismo aspecto puede traspolarse a cualquier otra actividad de la vida en general
dónde contratar un seguro contra pandemia sonaba a un hecho de ciencia ficción casi
irrisorio.
No obstante ello; hubo personajes que se dedicaron a predicar la próxima epidemia
que siempre está por llegar y que causara efectos colaterales económicos
despereciables: en 2012 Nathan Wolfe; un cazador de virus que había recorrido el
mundo para investigar los centros posibles donde estos microorganismos podrían
pasar desde los aninales salvajes a los humanos publicó "The viral Storm; the dawn of
a new pandemic age ( la tormenta viral: el alba de una nueva era pandémica). En el
hablaba de eventos que ocurrian una vez cada cien años.
Pero había otra cosa que le pesaba. En los últimos años se había dedicado a pensar las
pandemias no desde el punto de vista de los enfermos y los muertos; sino de sus
consecuencias económicas: cierres de comercios, despidos; desalojos. Incluso habia
llegado a trabajar en un seguro contra pandemias, pero nadie lo había querido.
En 2015 Wolfe ( fundador de Metabiota) se había asociado con el gigante alemán de
los reaseguros y el broker estadounidense Marsh para desarrollar y vender una póliza
específicamente para proteger a las grandes empresas contra pandemias, para contener
sus pérdidas financieras y mantenerlas a flote.
Intentaron cuantificar y ponerle precio a ese riesgo increíblemente remoto e
impredecible. Si lograban hacer eso; tendrían que vender parte de él; encontrar
inversores dispuestos a correr el riesgo. Nadie había intentado realmente hacer una
transacción con un periodo de retorno de 1 en 500 años. Dos años mas tarde tenía las
cifras y una lista de potenciales compradores. Algunos inversores grandes querían
diversificar sus portafolios y el riesgo de pandemia les resultó atractivo: Munich Re
les haria pagos anuales y en el raro evento de una pandemia; ellos deberían cubrir las
pérdidas. Los fondos de pensiones se encontraban entre esos inversores: la longevidad
es uno de esos factores de riesgo y una pandemia reduce ese factor. Y si ni hania
pandemia y la gente vivia tranquila y feliz y cada vez más años; ahí estaría la cuota
regular de Munich Re para aligerar la cobertura de las pensiones.
Pero nadie compró ni una sola póliza.
Sólo un gran fondo de pensiones australiano pidió un borrador del contrato.
Cuando comenzaron a redactarlo se encontraron con que la Organización Mundial de
la Salud tenia un modelo de seis fases pandémicas que eran la base legal del contrato.
Al llegar el año 2013 fue modificado por otro contrato más vago que el anterior con
sólo cuatro etapas. Los años seguían pasando y la próxima pandemia se hacia esperar.
Esto trajo un relajamiento aún mayor por parte de los jugadores económicos de la
sociedad a pesar de que el alerta sanitario existía. Así en el año 2010 se llevó a cabo
el Foro Económico de Davos en dónde se consultó si las empresas estaban preparadas
para la próxima pandemia. La encuesta arrojó en aquel momento que el 60% de los
directores ejecutivos de las empresas habían dicho que creían que el riesgo de un
brote global era real; pero solo el 20% había hecho planes de emergencia. Ya la suerte
(o mala suerte) estaba hechada; la pandemia parecía a esa altura un símil al cuento
del pastorcito.
Pero llego el 31 de diciembre de 2019 y comenzaron a recibir mensajes en su
teléfono: se había detectado un conjunto de infecciones de neumonía atípica en
Wuhan; China. El sistema de detección de Metabiota estaba en llamas.
En los meses siguientes quedaron sepultados bajo cientos de solicitudes de su póliza;
ya no para la COVID-19, sino para el próximo brote. Ahora su desafío es el volumen
del negocio: tomar una póliza que iba a hacerse a medida de cada cliente y convertirla
en un producto que se pueda vender a varios a la vez.
En la actualidad, todos los paquetes de rescate salen de los impuestos que pagan los
ciudadanos. Cuánto riesgo podría tomar el sector privado? Es de esperar que alguien
pueda decir que no seria de al menos de 5% a 10%. Y 5% de los USD 2 billones que
se han gastado hasta el momento sólo en los Estados Unidos equivalen a USD
100.000 millones.
Hoy con los números sobre la mesa; queda claro que era mejor tomarse el remedio
que atravesar la enfermedad. Nunca más literal esta frase
De hecho; éste seguro muchos bancos en el futuro podrían requerirlo antes de hacer
un préstamo a industrias como las aerolíneas o la hotelería. Aunque también habría
que determinar si la demanda no lograría superar incluso la capacidad de los
reaseguradores y otros inversores. Así y todo el impacto sería mucho más tolerable.
Todos estos acontecimientos y datos nos obligan a reflexionar sobre la lección
aprendida a los golpes y porrazos (si es que hemos tomado debido registro de los
hehos y somos capaces de procesarlos en post de mejorar desde todos los aspectos): es
muy duro vernos en el espejo del futuro pensando en términos negativos y asumiendo
sus costos. Se nos ha enseñado a planificar para sentirnos activos y vitales, pero no se
nos recordó contemplar el contrapeso negativo que implica cada una de esas
decisiones y caminos que tomamos y que indefectiblemente conllevan.
De aquí en más la planificación y presupuestación tanto en nuestras vidas cotidianas
como en los ámbitos empresariales deberá observar el delgado pero necesario
equilibrio entre las ganancias que importa emprender cualquier actividad con la
necesidad de cubrir los costos no sólo comerciales. También los costos humanos
importan; que si bien se encuentran entrelazados sin lugar a dudas, no pueden menos
que considerarse ante la necesidad de establecer pautas económicas claras; lógicas y
posibles. No descartar ningún tipo de posibilidad por muy estrafalaria que parezca. Y
si mañana Buenos Aires sufriera un tornado? Sería tan loco de imaginar o el cambio
climático lo convierte en un suceso mucho más tangible? Qué habitante de la Ciudad
de Buenos Aires o empresa contrataría una póliza de este tipo? Para que ingresar en
un gasto tan absurdo? Cual sería la relación costo beneficio? A lo cual yo contesto:
Alguien hizo un estudio ambiental en la Ciudad para medir el impacto del
calentamiento global?
O sólo yo me he dado cuenta que el clima porteño no es igual al de hace veinte;
treinta o mucho más tiempo atrás?
Las lecciones aprendidas no son tiempo pérdido. Representan la mejor inversión que
cualquier individuo o institución puedan realizar y a pesar de ello no cotiza en Bolsa:
la experiencia; el mejor valor que capitaliza enormes ganancias a futuro